domingo, 31 de mayo de 2009

PROGRESO CRUEL



Naturalmente el progreso llega a todas partes y en algunos países como Malí, se trata de civilizar estas mutilaciones, realizándolas en hospitales, bajo anestesia local. El gobierno Maliano parece olvidar que no por ser higienizadas estas prácticas son menos aberrantes y que hay heridas que cicatrizan físicamente en el cuerpo de una mujer pero otras nunca pueden cicatrizar y estas son las heridas que provocan en el interior, sangran su autonomía, su autoestima, su capacidad de sentir placer, nunca podrán saber lo que es eso, es incomprensible e indignante como pueden permitir la continuidad de estas prácticas tan sádicas, justificándola como costumbres ancestrales propias de su cultura.

PREJUICIOS




Frecuentemente se sataniza el clítoris, es considerado como un órgano vergonzoso e incluso peligroso, pero no solo entre los países en vías de desarrollo; en Europa, durante los siglos XIX Y XX (el último caso de circuncisión femenina conocido se realizó en 1948), se practicaba la eXcisión y cauterización del clítoris, sobre niñas y mujeres, por orden de los “sabios doctores”, con el pretexto de masturbación, ninfomanía, histeria o locura <>.

Por supuesto que estas excusas son absurdas, ninguna justifica la acción que realizan, sin embargo por diversos prejuicios que tenia la gente las aceptaban.
Los prejuicios son creados en parte por la religión, por reglas morales o impuestas por la sociedad y son esas ideologías cerradas respecto al sexo, las que no permiten que desarrollemos una vida sexual sana, y con esto digo, que una puede hacer con su cuerpo lo que quiera, porque el libido es una reacción biológica natural, el practicar la masturbación no significa que te vas a ir al infierno por pecadora, mas bien, es una manera de conocer tu cuerpo, saber las zonas que te producen placer y con el conocimiento del mismo puedes llevar a cabo un coito más placentero con tu pareja.

Por otra parte, las mujeres eran juzgadas por no practicarse la excisión, ya que eran consideradas impuras, sin embargo, los hombres no y estos, si querían, podían tener relaciones sexuales con otras mujeres y lo más patético del caso es que preferían hacerlo con las mujeres que no se habían sometido a la operación quirúrgica porque eran activas sexualmente debido a que ellas si sentían placer, pero por lo mismo no conseguían esposo ya que no eran dignas de uno.

sábado, 30 de mayo de 2009

TESTIMONIOS


Khadi Diallo, militante de la Asociación GAMS (Grupo de Mujeres para la Abolición de las Mutilaciones Sexuales).Nunca me olvidaré de ese día. Fue en 1966. Yo tenía 12 años y mi hermana diez. Como todos los veranos, estábamos en casa de nuestros abuelos paternos, en una aldea a quince kilómetros de Bamako. Una mañana temprano fuimos a ver a mi tía, la hermana de mi padre, a quien siempre queríamos visitar, pues nos consentía mucho.Yo no sospechaba nada. Mi tía me llevó al baño y ella y varias mujeres más se abalanzaron sobre mí, me agarraron, me tumbaron y me separaron las piernas. Yo gritaba. No vi el cuchillo, pero sentí que me estaban cortando. Había mucha sangre. Lloré, pero me decían “no hay que llorar, es una vergüenza cuando una llora, ahora eres una mujer, lo que te hemos hecho no es nada. Empezaron a dar palmas y me vistieron con un paño blanco. No me pusieron ninguna venda, sólo algo que habían preparado con aceite de karité y hojas. Salí. Le tocaba a mi hermana menor. La oí llorar y pedirme auxilio y eso me hizo sufrir aún más. Nos habían traicionado. Vivíamos en Senegal, donde mi padre era funcionario. Mi padres eran personas ilustradas, y estaban contra la excisión. Pero en esa época era una práctica frecuente en el campo y en la ciudad. Se practicaba la excisión a niñas menores que nosotras, y la ocasión se celebraba con una gran fiesta. Permanecimos casi tres semanas en casa de mi tía. Como no podíamos levantarnos solas, nos ayudaba una señora, pero era tanto el dolor que evitábamos ir al servicio. Nuestra madre venía a vernos; la primera vez lloró y nos besó, pero no podía hacer nada. En África, la familia paterna tiene derecho de vida o muerte sobre el niño.Durante ese periodo, nos inculcaban ciertas nociones. Nos contaban que una mujer ha de ser robusta, sufrida, reservada y no muy habladora. El sexo era tabú.

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Un rito falsoMe embargaba un sentimiento de odio y de rabia. No había sido educada con esa mentalidad. Pero me resigné, pese al dolor. Me casé a los 22 años. Nunca pude decir que me faltaba algo en mi cuerpo, porque no se admitía que una mujer expresara su deseo de placer. Sólo podía hablar con mis amigas más íntimas del asunto, de que no es una herida, sino una verdadera mutilación. Una herida se cura, pero con la mutilación se pierde algo para siempre. Cuando tuve hijas, le dije a mi marido que no quería que sufrieran la misma suerte. Estuvo de acuerdo. Las protegí y nunca fueron a África mientras eran pequeñas.La excisión no es un rito sagrado ni religioso. En lengua bambara se emplea la expresión “tomar el paño”, que significa hacerse mujer. Antes de la excisión, una niña es inocente, puede mostrarse con el busto desnudo e incluso sin nada que le oculte el sexo. Pero desde el momento de la excisión, hay que cubrirse el cuerpo. La persona que somete a su hija a esa operación lo hace porque así ha sido por generaciones, y por temor a la mala suerte que supuestamente trae no practicarla. Siempre se les ha dicho “cuando tengas una hija, hay que hacerle la excisión para que sea una mujer perfecta.” Pero el Islam nunca ha ordenado la excisión de las niñas. Es el hombre el que lo ha interpretado así, a su favor, para controlar la sexualidad de la mujer. Se han descubierto momias así mutiladas que datan de antes de la aparición del Islam.Las mujeres africanas vienen denunciando esta práctica desde 1924, aunque en esa época se las trataba de locas. Nosotras hemos tenido la suerte de contar el apoyo de las europeas y de los medios de comunicación para hacer oír nuestra voz. Cuando llegué a Francia, empecé militando en varias asociaciones, entre otras el GAMS*. Hoy, nos llaman de clínicas y maternidades para que expliquemos a las madres que la excisión está prohibida. Hacemos una labor de prevención en las escuelas y con los trabajadores sociales. También visitamos a las familias individualmente. Para las niñas nacidas en Francia y mutiladas a los pocos días es psicológicamente más difícil. Las que ahora tienen 18 o 20 años tendrán o han tenido problemas en el momento de sus primeras relaciones sexuales. Y todas las que sufran ahora la excisión, que estarán en edad de casarse hacia 2020, serán rechazadas por los varones. Conocí el caso de una muchacha que tuvo que dejar el barrio donde vivía porque era objeto de burlas.Nos oponemos a la excisión en todas sus formas, incluso aunque se practique en un hospital y con anestesia. No luchamos contra el dolor del momento de la operación, sino contra la mutilación de nuestro cuerpo.

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“Tenía 10 años cuando mi abuela me dijo que me llevaba al río para realizar una ceremonia de iniciación. Insistió en que cuando terminara me darían muy bien de comer. Yo era muy pequeña y no tenía ni idea de lo que iba a pasarme. Cuando llegué a aquel lugar escondido entre unos matorrales, junto al río, fui desvestida. Me taparon los ojos y me quitaron la ropa completamente: fui obligada a tumbarme. Cuatro mujeres sujetaban mis extremidades, mientras otra se sentaba en mi pecho para evitar que me moviera. Me colocaron un trozo de tela en la boca, y entonces…me cortaron. El dolor era insoportable. Como me resistía e intentaba levantarme, perdí mucha sangre. Por supuesto, no me dieron ningún tipo de anestesia ni calmante para el dolor. La operación me produjo una hemorragia que me provocó una fuerte anemia. Durante mucho tiempo, cada vez que orinaba me dolía. A veces trataba de aguantar las ganas, por el miedo que me producía el dolor. Sufrí también infecciones vaginales. El corte me lo hicieron con una simple navaja”. (Hannah Koroma)

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“Me dijeron que tenía que ser fuerte y no llorar si quería mantener el honor de mi familia. Después me vendaron los ojos y me inmovilizaron. Con dos gruesas cuerdas ataron mis rodillas, me abrieron las piernas e hicieron lo que quisieron: cortaron, cosieron … El dolor era tan insoportable que no pude evitar emitir alaridos ensordecedores”. (Hawa Aden Du‘ale, mutilada a los 8 años de edad).

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miércoles, 27 de mayo de 2009

REFLEXIONES FINALES

El desarrollo de este tema ha sido una labor no solo de información o para aprobar la materia, implica mucho más que eso, es crear conciencia, darnos cuenta de los daños que producen el seguimiento y prácticas de algunas tradiciones culturales, por mi parte, considero que es de lo mas denigrante que se le puede hacer a una mujer. Muchas hemos sido educadas a base de prejuicios, pero tiene que llegar un momento en que una misma tiene que romper con los tabús que nos imponen y considerar lo que es bueno o malo para nosotras dependiendo de los valores morales que tengamos, así mismo, las decisiones sobre nuestro cuerpo son exclusivamente propias, por ejemplo; con la virginidad, en la mayoría de los casos somos juzgadas y se dice que la hemos perdido , sin embargo, no se pierde nada, al contrario se gana experiencia y esto no quiere decir que una va a andar teniendo relaciones con todo mundo solo para ganar experiencia, lo que quiero decir es que ese es una gran decisión y que cuando se tomada tiene que ser con la plena certeza de que eso es lo que se quiere y hacerlo sin sentir remordimientos, miedos o frustraciones, porque muchas veces los mismos prejuicios que se tienen son los que nos impiden desarrollar una plenitud sexual.
Las mujeres que fueron sometidas a las mutilaciones genitales no tuvieron esa opción, ya que en su mayoría era vírgenes, en otros casos más drásticos se realizaron en niñas, esto es demasiado triste ya que una recién nacida aunque posee la capacidad de defenderse, aún no la desarrolla, y por lo tanto, no puede oponerse y de esta manera será marcada para el resto de su vida.

Para terminar, considero que la realización de estas tradiciones culturales deben ser vetadas, obviamente esa es una probabilidad escasa, pero con la divulgación de este tema por diversos medios informativos se puede llegar al conocimiento del mismo y hacer oír las voces de las personas que la han sufrido y que puedan apoyar a las diversas instituciones que están en contra de la misma.